LA LENGUA Y LAS COSTUMBRES
Ocurre
con frecuencia, y es natural, que la gente quiere saber el origen de las cosas,
especialmente de las que los rodean.
En materia de
lenguaje es frecuente que esa curiosidad se refiera al origen de las palabras,
o al de ciertos fenómenos que les resultan extraños y no alcanzan a explicarse
por qué suceden.
Lo peor es que
cuando consultan y averiguan, así sea a expertos de reconocida solvencia, no
siempre quedan contentos con las respuestas, pues consideran que no son
suficientes ni satisfactorias.
Generalmente las
personas interesadas en estos asuntos parten de que el lenguaje se basa en un
sistema lógico, dentro del cual todo debe tener una explicación.
Desde luego que es
así, la lengua es un fenómeno paralelo de la lógica racional, y ambos fenómenos
se interrelacionan y se auxilian mutuamente. De modo que muchas cosas en el
lenguaje tienen una explicación lógica. Esto independientemente del idioma de
que se trate, pues de hecho todos los idiomas poseen en común muchos rasgos,
basados precisamente en que todos responden a un esquema lógico más o menos
fácil de descubrir, cuando se posee además otras peculiaridades que favorecen
el aprendizaje de otros idiomas.
De allí que muchos
de esos seres privilegiados de quienes se dice que tienen gran facilidad para
aprender lenguas, aplican ciertamente la lógica para aprenderlos con mayor o
menor facilidad.
Pero el ser humano y
el lenguaje es su creación es menos lógico de lo que parece.
Hay un dinamismo
dialéctico en todo lo que el hombre crea y hace, de modo que muchas veces se
aparta de la lógica racional, y entonces surge lo inexplicable.
Un buen ejemplo de
ello lo tenemos en las arbitrariedades de la lengua, que son muchas más de lo
que se cree.
Ya lo señaló don
Andrés Bello en el prólogo de su Gramática: «En el lenguaje lo convencional y
arbitrario abarca mucho más de lo que comúnmente se piensa».
El origen de muchas
«rarezas» del idioma está en la costumbre.
Las reglas
ortográficas, por ejemplo, en su mayoría son de origen histórico, porque nos
vienen del latín del cual deriva nuestro idioma. Pero otras veces no, y a veces
una palabra se escribe de determinada manera por una simple cuestión de
costumbre.
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